Por: Rafael Quiroga
Dios creó el universo, los cielos, los mares, los ríos, el firmamento, el aire y los paisajes, cubriendo la tierra de vegetación, plantas y árboles con semillas y frutos, animales y seres humanos que ocupamos los territorios repletos de una gran biodiversidad.
La cantidad de recursos naturales que existen en el planeta tierra son incontables. Los terrícolas debemos buscar el equilibrio entre los recursos naturales, su utilización para la producción de materias primas, la generación de alimentos y las acciones económicas, ecológicas, tecnológicas, políticas y sociales para la conservación de sus fuentes, la preservación de la biodiversidad y la protección del ambiente y la ecología. Cada día más, necesitamos hacer esfuerzos conjuntos y alianzas estratégicas entre los entes gubernamentales, las instituciones, los empresarios y los particulares, para garantizar el adecuado manejo de los ecosistemas, los parques naturales en páramos, los humedales con su flora y fauna, los recursos hídricos, el sustrato ecológico y el ambiente limpio como garantía de supervivencia para las nuevas generaciones presentes y futuras.
Nuestros mayores esfuerzos debemos dirigirlos al suministro de agua potable, a la educación ambiental desde la primaria, la capacitación y participación ecológica ciudadana para la reducción de la contaminación, la ejecución municipal para la protección ambiental de los recursos hídricos, el reciclaje y la reforestación, la sostenibilidad de programas habitacionales que impactan la cadena de valor sobre la gestión integral del suelo en los territorios, la conservación de los ecosistemas regionales, y la gestión con su responsabilidad ambiental empresarial. Además, Dios nos colocó en un privilegiado ecosistema, geopolítico departamental, donde podemos aprovechar, disfrutar y participar eficientemente de su inmensa dinámica en la dimensión ambiental de Cundinamarca.