Por: Rafael Quiroga
Director
El crítico presente nos impone un reto descomunal para el futuro, entrar en una dimensión social que depende de la comunicación por internet, los dispositivos móviles y las redes sociales.
Obligados por el confinamiento social a estar encerrados en el núcleo familiar, los niños ahora más que nunca estudian por medio de las tablets, celulares y computadores en aulas virtuales, los jóvenes cursan los técnicos, tecnólogos y carreras profesionales por internet y muchos padres de familia, empleados públicos y privados desarrollan sus labores por teletrabajo.
Cada vez más, nos vemos en el mundo digital. Todos los días dedicamos más tiempo a hacer videollamadas, a ver y responder mensajes por las redes sociales para saludar o conversar con familiares, amistades o contactos y a utilizar celulares para averiguar, pedir u ordenar lo que necesitemos inmediatamente, así como asistir a reuniones familiares, de trabajo, ocio, diversión, capacitación interactiva, entrevistas, clases y videoconferencias por Zoom, Meet u otras aplicaciones.
El presente encierro forzoso nos exige intensificar nuestra comunicación con los demás por medios digitales, si queremos sentirnos más unidos y/o poder desarrollar actividades esenciales para vivir como comprar alimentos, solicitar citas médicas, pedir toda índole de productos y servicios a domicilio. También nos obliga a distraernos, recrearnos o capacitarnos desde casa, incluso viendo televisión, donde encontramos infinidad de canales con toda clase de programas, actores, profesores, magos, artistas, presentadores, humoristas, futurólogos, asesores, consultores, epidemiólogos, chefs, gurús, políticos y artistas actuando como solistas o en grupo, donde cada uno desde su hogar, se integra digitalmente en conciertos ensamblados en vivo y en directo.
El futuro que nos espera mañana, hoy nos está reorganizando progresivamente en una nueva cultura virtual cumpliendo, a través de noticieros, órdenes de reactivaciones “inteligentes”, con fines indeterminados que progresivamente nos van acostumbrando a vivir en una dinámica social de aislamiento permanente. La salud mental, la energía espiritual y la armonía del amor que cada uno logremos rescatar de este terrible presente, nos da una luz de esperanza para vivir mejor mañana un futuro virtual.