Usaquén: histórico sector que respira desarrollo
La localidad identificada con el número 1 entre las 20 de Bogotá alberga a unos 550 mil habitantes en sus 65,31 kilómetros cuadrados del nororiente bogotano.
A sus tradicionales calles, que datan de 1539, se ha sumado una gran cantidad de construcciones modernas y elegantes, tal vez de la misma forma en que la población se sumó a Bogotá a mediados del siglo XX.
Su nombre tiene origen, según los estudiosos, en una cruel práctica según la cual los indígenas construían sus casas soportadas en unas largas columnas de madera que entraban al suelo en zanjas cavadas para ese fin, pero en las que ubicaban jóvenes doncellas chibchas que elegantemente ataviadas morían bajo el peso de las columnas porque la tradición indicaba que la fortaleza y la ventura de la construcción dependía de la sangre humana que la soportara.
En la lengua indígena, “usa” significaba “debajo” y “que”, “madero”; luego “usaque” era “debajo del madero” y era un título de nobleza que algunos caciques ostentaban por concesión del Zipa.
A tan cruel origen se le sumaron al territorio las dificultades de los terrenos aledaños, que por ser tan húmedos no facilitaban el transporte ni los cultivos, tanto que a finales del siglo XVIII el terreno fue abandonado por los indígenas. A comienzos del siguiente siglo volvieron a construir en la zona y resultó un punto estratégico en el camino de Bogotá hacia Tunja. En 1852 fue fundado como municipio y sirvió de sitio de descanso para tropas de Tomás Cipriano de Mosquera. El transporte mejoró con la construcción de la que sería la Autopista Norte, a principios del siglo XX y en diciembre de 1954 Usaquén y cinco municipios más fueron integrados a Bogotá como Distrito Especial y eso sirvió de base al desarrollo de la zona.
De tradicionales haciendas han sido heredados varios nombres de barrios actuales y hoy esa localidad sirve de asiento a 26 centros comerciales y un sinnúmero de casonas y conjuntos residenciales de estratos altos, aunque en una zona de los cerros hay asentamientos de estratos bajos. Universidades, empresas, clínicas, clubes, seminarios, bases militares y de Policía, aparte de las zonas de comercio y de valor histórico atraen a una gran cantidad de visitantes y turistas. Por lo mismo, la oferta gastronómica, cultural, deportiva y festiva ha aumentado en los últimos años.
La seguridad, la infraestructura vial, los proyectos de construcción de vivienda son algunos desafíos de la administración local que trascienden también a la capital del país, en especial por la planeación sostenible que ellos requieren.
Por eso, quienes luego de leer esta nota recorran desde la calle 100 hacia el norte y de la Autopista Norte hacia el oriente, recordarán el trágico origen del nombre, pero notarán el progreso, la intensa actividad económica diurna y nocturna y verán en las obras (algunas más largas de lo esperado) la intensa pujanza de una localidad que crece y contagia de empuje a municipios cundinamarqueses como Chía, Guasca o La Calera, con los cuales comparte fronteras.
Escrito por: Javier Giraldo Acosta – Periodista
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