Por: Liz Quiroga
El Río Bogotá nace con aguas cristalinas en la cuchilla del Tambo de la cordillera Oriental e inicia su recorrido en el Páramo de Guacheneque del municipio de VillaPinzón en Cundinamarca. Allí inicia a 3.300 m.s.n.m y recorre 380 kilómetros por entre Bogotá y 42 municipios de su cuenca, hasta el barrio la Boca en Girardot a 280 m.s.n.m, donde entrega todo su contaminado caudal al Río Magdalena.
A tan solo un kilómetro de su nacimiento, están las zonas de desarrollo agrícola que usan abonos y plaguicidas en los cultivos y estos empiezan a alterar el equilibrio del suelo y a contaminar el ecosistema del río. Cuatro kilómetros más adelante, Villapinzón vierte al río aguas domésticas e industriales con altos contenidos de materia orgánica y metales pesados, generados por las curtiembres de la zona y así el agua sigue su rumbo hasta llegar a la Sabana de Bogotá, donde diluyen su cauce para construir urbanizaciones y usan esta agua para los cultivos agrícolas.
Cada municipio por el que pasa el río al igual que Villapinzón, vierte sin ninguna restricción ni tratamiento sus aguas residuales al río. A 180 km de su nacimiento, se encuentra el punto máximo de contaminación del río Bogotá. Al salir de la capital su color es negro debido al vertimiento de residuos sólidos y aguas residuales de toda la ciudad, generando un ambiente con gas metano que es tóxico para los habitantes de su alrededor.
Desde hace más de 30 años, de diferentes maneras, distintos grupos y entidades han luchado por la recuperación del río Bogotá. Hoy, según cifras de la CAR, han retirado más de 8 millones de metros cúbicos de sedimentos y basura del río, y se han sembrado más de 120.000 árboles sobre la ronda del río, con el fin de recuperar su biodiversidad.
Muelle sobre el río Bogotá en la Universidad de la Sabana
“Los avances más importantes para su recuperación son: la Adecuación Hidráulica que funciona para mitigar y disminuir los riesgos pos inundaciones y desbordamientos del río, inició en el 2012. Además, la ampliación y optimización de la PTAR El Salitre que a la fecha tiene un avance del 23% y descontaminará el 33% de las aguas residuales de los habitantes de Bogotá y el cierre financiero de la PTAR Canoas en el 2017 expresó Aníbal Acosta, director del Fondo de Inversiones para la Cuenca del Río Bogotá.
Así mismo, las entidades participantes comparten su trabajo y principales logros sobre el futuro del río. El director general de la CAR, Néstor Franco, aseguró que “el Embalse del Muña volverá ser como era en los años 40, el Río Bogotá será navegable en toda la cuenca media.
Démonos la oportunidad de disfrutar de un río limpio en 2024”. Por lo tanto, se espera que de aquí a ocho años podremos disfrutar de sus aguas, e incluso bañarnos en él dijo el alcalde Peñalosa en su cuenta de Twitter.
Esperemos que los proyectos planteados desde las diferentes administraciones gubernamentales, la CAR, entidades y empresas con las comunidades ribereñas, muy pronto puedan volver a darle vida al río Bogotá que por ahora no es más que una letrina.