Por: Javier Giraldo – Periodista

Se llamaba ‘El villorio’ a principios del siglo XIX. Unas pocas casas llamaban la atención a quienes recorrían el camino entre Tunja y Bogotá y empezaron a ser sitio de descanso de las jornadas. Por eso mismo, algunos negocios surgieron para cubrir necesidades de los viajeros, entre ellos el de don Antón Hero Cepeda, un español que se dedicaba a la fabricación de calzado de madera y sin talón. Es el reconocido zueco, que también recibe el nombre de chapín.

De ese negocio de zapatos surgió el nombre de la localidad. Cuentan los historiadores que se casó con la hija del cacique Usaquén y recibió como dote un lote ubicado en la orilla del camino que bordeaba el cerro (al parecer en la actual calle 59 con carrera 7) en donde construyó su vivienda y la sede de su fábrica.
Con los negocios, creció la necesidad de establecer un sitio de oración y por iniciativa del fraile Antonio María Garzón hacia mediados del siglo inauguraron una capilla con techo de paja dedicada a la Virgen de Lourdes. En 1875 el arzobispo Vicente Arbeláez ordenó una destacada construcción en el mismo punto y el arquitecto Julián Lombana quedó a cargo de la obra que en la actualidad es punto de referencia y de admiración en la calle 63 con carrera 13.
También aparecieron villas que acaudalados señores construyeron y por lo mismo la zona fue destino de los primeros sistemas de transporte de la ciudad. La actual carrera séptima cobró importancia como recorrido hacia Tunja y la recorrían carruajes tirados por caballos, que hacían rutas hasta Usaquén. Para devolverse empezaron a trazar otro camino que a la larga terminó siendo la carrera 13.

El primero de noviembre de 1884 fue oficial la primera línea de tranvía, carruajes montados sobre rieles y halados por mulas, que salían del Puente de San Francisco (carrera 7 con calle 15) para terminar en Chapinero, en la actual Plazoleta de Lourdes y devolverse por la carrera 13. En el mismo año, cuando llegaron los primeros teléfonos a la ciudad, ubicaron en esta zona uno de los aparatos que se conectaba con el Centro. Cuatro años después el servicio de Acueducto llegó al sector y cuando pensaron construir el tren decidieron buscar otra vía al occidente de las rutas del tranvía: el trazado marcó la actual Avenida Caracas.

El comienzo del nuevo siglo permitió encender los primeros bombillos en los importantes centros de transporte ya localizados en este sector, adonde huyeron buscando paz y sanidad muchos de los tradicionales habitantes del centro. La construcción de la actual calle 72 permitió unir de oriente a occidente las vías que ya estaban trazadas de norte a sur y esa disposición atrajo a muchos de los exclusivos residentes de Teusaquillo, sector que creció hasta juntarse con Chapinero.

La organización administrativa de la ciudad consideró desde la 1954 a Chapinero como alcaldía menor y con las reformas de 1991, que le dieron a Bogotá el carácter de Distrito Capital, pasó a ser localidad, con más de medio centenar de barrios distribuidos en cinco unidades de planeación zonal.

Sus casi 39 kilómetros cuadrados sirven de sede de centros educativos, establecimientos de comercio de todas las categorías, comprende el llamado corazón financiero de la ciudad, riquezas culturales, arquitectónicas y naturales y su actividad diurna y nocturna es destacada porque también reúne a muchos de los habitantes que salen de rumba. La seguridad es uno de sus mayores desafíos porque la cantidad de visitantes de todos los días pueden ser blanco de la delincuencia, así como la activa vida nocturna. Pero como también tiene zona rural en el área de cerros y en la salida hacia La Calera, exige a las autoridades mayores consideraciones con la población, con la economía, con el transporte y con las riquezas naturales.

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